Ahora, lo interesante de estas carillas es que no son «talla única». Se elaboran de manera personalizada, considerando no solo las dimensiones exactas de cada diente, sino también el tipo de material más adecuado.
¿Por qué? Porque el objetivo es corregir esas imperfecciones dentales que, aunque sutiles, pueden ser un fastidio visual: pequeñas fracturas, desgastes o manchas que no desaparecen ni con el cepillo más fervoroso.
En términos estéticos, las carillas feldespáticas son como Photoshop para los dientes, pero en el mundo real.
Recubren la superficie externa de las piezas dentales, mejorando aspectos como el color, la forma y hasta la posición (sí, lo que lees, pueden dar la ilusión de que un diente está en su lugar ideal). Además, enmascaran defectos evidentes con tanta naturalidad que nadie sospechará que llevas un «retoque» dental. Es como si tu sonrisa dijera: «Yo nací así, no es mi culpa ser perfecta».